Gracias por tu pregunta, confiamos en que muchos padres pueden tener tu misma duda. Como padres es fundamental que enseñemos a nuestros hijos a relacionarse con el mundo, para ello necesitan habilidades de comunicación, de escucha y de autocontrol.
Es natural que los conflictos surjan y es positivo que así sea para aprender a resolverlos. Como decía, es fundamental que habléis con vuestros hijos, con un tipo de comunicación y vocabulario adecuado a la edad, escuchando activa y atentamente para poder ayudarles. También es muy importante darles seguridad, preguntándoles cómo solucionarían el conflicto. Muchas veces los niños son capaces de solucionarlos por sí solos, y van en búsqueda de aprobación de los adultos.

Al no conocer la edad de tu hijo la valoración que puedo hacer es muy general. Sin duda la atención se puede entrenar y desde pequeño. El juego es una excelente herramienta para trabajar la atención, tanto con niños pequeños como preadolescentes, algunos que me gustan son el Lince, el Mini Arco y el Arco, el Dobble, el Hundir la flota, el Ajedrez o las Damas.
Las rutinas también ayudan para mejorar la atención. Es recomendable crear una lista o utilizar una agenda diaria, detallando sus actividades y qué necesita para ellas, con esto ayudará a que su hijo tenga un orden aparte de mental, visual. Por ejemplo, preparar la mochila por la noche con el material que necesite para el día siguiente, a la hora de cambiarse, preparar con antelación su ropa y dejar la que está sucia en un cesto, recoger su habitación después de jugar o estudiar siempre en el mismo espacio y con los mismos materiales.
Por supuesto si un es un niño muy pequeño, también puede ser cuestión de madurez emocional como bien comentas, y es algo que como digo, se debe trabajar a lo largo de su infancia.
Por otro lado, si esta dificultad de concentración continúa, sería interesante que lo valore un profesional externo con las pruebas adecuadas, para así descartar cualquier dificultad de aprendizaje.

Hay adultos que son reservados y felices. Para empezar, lo importante es conocer si tu hijo es feliz, ya que ser reservado no tiene porqué ser nada negativo. Sin embargo, si este rasgo le impide interactuar con sus iguales y con adultos, es el momento de ponerse a trabajar con él. Lo primero es escuchar cómo se siente y en qué momentos tiene mayores dificultades para interactuar con los demás, facilitar una comunicación bidireccional y un clima de comprensión.
El 'role playing', un juego de rol, es una buena forma de practicar situaciones cotidianas en casa que a su vez se pueden dar en la vida real. Esto permite un entrenamiento y una oportunidad para poder empezar a abrirse a los demás en un entorno seguro como es la familia.

Buenos días, confío en que los momentos de dificultad, son también oportunidades para enfrentarse a ellos y mejorar. Como he comentado en alguna otra pregunta, los conflictos son naturales en nuestro día a día, y es nuestra responsabilidad como adultos dotar a los niños de las herramientas adecuadas para poder superarlos. La comunicación es fundamental, fomentar un clima de confianza tanto en casa como en el colegio y crear un diálogo continuo en el día a día. Como padres es importante tener empatía con ellos y ofrecerles ejemplos de situaciones de conflicto propias, de cara a que entiendan que es algo que nos pasa a todos.
El colegio también juega un papel importante en esto. Es fundamental una comunicación fluida entre padres y profesores, para poder ayudar en sintonía al alumno. Las habilidades sociales se trabajan en nuestros colegios desde educación infantil, ya que consideramos que son imprescindibles a lo largo de su crecimiento personal. A través de la inteligencia emocional también fomentamos la autoestima, la comunicación y el autocontrol, todos aspectos necesarios para ayudarles a resolver sus conflictos.

Sin duda estará viviendo una situación difícil. Yo creo que todos los padres tienen la responsabilidad de poner pautas y límites y por tanto consecuencias a sus hijos. No tengo los datos suficientes como para poder ofrecerle otras pautas.

Todos necesitamos una motivación para realizar nuestro trabajo y los niños también. Si como adultos nos gusta que nos refuercen y valoren nuestro esfuerzo, los alumnos no son una excepción. Si esta motivación no es intrínseca, es necesario que los adultos estén más pendientes e involucrados para ofrecerles una guía. La actitud positiva es fundamental para generar un clima propicio para el estudio, destacando los pequeños avances que vaya consiguiendo. Los premios se utilizan mucho para motivar a los niños, pero debemos tener mucho cuidado si son materiales, ya que cuando se estos terminan, también puede acabar la motivación. Personalmente, me gustan los refuerzos sociales, como salir al cine, elegir su restaurante preferido, jugar a un juego que ellos elijan, etc.
También tenemos que tener presente que la constancia es necesaria para conseguir los resultados deseados.

Como he comentado en la pregunta anterior, es imprescindible la constancia y el refuerzo positivo para motivar al alumno a aprender y a conseguir sus metas.
Si con esto el esfuerzo no aparece, es necesario que vea que hay consecuencias. La familia tiene que limitar privilegios, por ejemplo, limitar el uso de nuevas tecnologías (ordenador, móvil, consolas, etc.) y/o limitar tiempo de ocio con amigos.
Por otro lado, también es importante valorar si existe alguna dificultad (física, académica o emocional) que la impide avanzar.

Los hermanos se pelean, es normal, a veces no hace falta buscar un culpable. Cuando están jugando entre ellos, no siempre es fácil poder valorar quién empezó, y como dice el refrán “dos no se pelean, si uno no quiere”. Dependiendo de la edad existen diferentes estrategias. Una de ellas sería separar a los hermanos y dedicarles un tiempo de escucha individual para conocer las diferentes versiones. Después de escucharles, entre todos debéis buscar la consecuencia más adecuada a esta pelea. Para los más mayores, ellos pueden ser los que ponen las consecuencias, que a menudo son más duras que las que los propios adultos propondrían, pero siempre bajo nuestra supervisión.

Buenos días, la autoestima es algo de lo que se habla mucho en los niños. La autoestima puede variar a lo largo del curso, dependiendo de muchos factores, emocionales, sociales y académicos. Justamente en los momentos en los que nos sentimos más vulnerables, es necesario celebrar cada pequeño logro. Poniendo pequeños objetivos diarios que puede alcanzar, lograremos que se sienta más segura de sí misma.
Ofrecerle un clima de seguridad y empatía es importante, algo que se puede hacer fácilmente compartiendo tus experiencias propias, siempre con un lenguaje adecuado a su edad. Si como adulto les hacemos ver que también hemos pasado por situaciones similares y las hemos superado (dando ejemplos), se sentirán más seguros a la hora de enfrentarse a ellos.

En nuestros colegios la educación emocional se trabaja de forma implícita y explícita. Tenemos una hora de tutoría estipulada para todos los alumnos de primaria y secundaria, donde se trabajan estas habilidades y actitudes mediante juegos y actividades guiadas. Para nosotros la inteligencia emocional no es una asignatura individual, sino que es parte de nuestra filosofía educativa. Los profesores están formados continuamente en inteligencia emocional y ponen en práctica sus conocimientos durante toda la jornada escolar.
La comunicación entre la familia y el colegio es fundamental, por eso nos entrevistamos con los padres de forma continua durante el curso, ofreciéndoles información y orientación sobre su hijo para poder trabajar en conjunto.

Es verdad que durante la adolescencia muchos niños se vuelven más reservados y por ello hay que tener más paciencia y recordar que también nosotros hemos pasado por ello.
Tenemos que encontrar el momento adecuado para hablar, y si en ese momento se niegan a hablar, por lo menos deben escucharnos. Respecto a las nuevas tecnologías, es nuestra obligación como padres ponerles límites (de horarios, espacios, páginas web, etc.) para velar por su seguridad. Si bien el deseo de conocer y experimentar puede estar dentro de la normalidad, es nuestro papel como padres definir dónde puede empezar el riesgo.
Desde nuestros colegios, somos conscientes de que existen estas dificultades y por eso ofrecemos conferencias con expertos, tanto para los alumnos como para los padres.

Tienes suerte, hay muchísimas actividades para hacer con los más pequeños para desarrollar una buena inteligencia emocional. Una de las cosas más importantes es que en casa se hable sobre las diferentes emociones que van surgiendo tanto a los adultos como a los pequeños.
La alegría, la tristeza, el enfado, la sorpresa, los nervios, la preocupación, el cansancio y la vergüenza son emociones que se pueden trabajar fácilmente. Dependiendo de la edad las iremos introduciendo poco a poco a través de los cuentos, juegos, marionetas, manualidades y 'role playing'.

Es importante que los niños aprendan a decir que no: "no me gusta que me pegues", "no me gusta que me hables mal", "no me gusta que me abraces", "no me gusta este juego", etc. Esto es algo que tenemos que ir entrenándoles poco a poco, siempre con la seguridad de que habrá un adulto al que pueda acudir ante cualquier dificultad. También debemos dejarles claro que hay que defenderse con la palabra, nunca con la fuerza.
El entrenamiento de las habilidades sociales y de comunicación es fundamental para su correcto desarrollo. Esto es algo que se puede poner en práctica en casa en situaciones reales y ficticias.

No consideramos que sea necesario un aumento de tiempo escolar, en nuestros colegios las habilidades emocionales se trabajan de forma continua y transversal en todo momento, tanto en las asignaturas, como los tiempos de ocio y salidas culturales, etc.

Los niños en esa edad están experimentando lo que es perder y ganar, por lo que un cierto nivel de frustración a la hora de perder es natural. Si aun así observas que las reacciones son extremas, estás a tiempo para trabajarlas. Habla mucho con tu hijo, hazle ver que hay momentos de juego donde lo importante no es quien gana, sino compartir un rato ameno juntos. Para esto es muy bueno los juegos de mesa en familia, donde debes hacer que a veces gane él y a veces gane otro, y aprovechar esos momentos para reaccionar de forma natural ante las diferentes situaciones, sería casi como hacer un 'role playing'.
El trabajo en equipo también es muy bueno, fomentando el hacer las cosas bien por un bien común y no sólo por el propio. Participar en actividades grupales es muy positivo, así como explicarle que se cuenta con él en un equipo, que sus actitudes influenciarán al equipo y que tiene una responsabilidad hacia él y hacia los demás.
Ayúdale a que disfrute lo que está haciendo, sin centrarse en el objetivo final. Le ayudará que le elogies su esfuerzo, dedicación y empeño, y no el resultado que obtiene.

A este tipo de niños les llamamos comedores selectivos y puede traer consigo mucha ansiedad, preocupación y lucha por parte de la familia. Lo primero es evaluar si es un niño considerado como “mal comedor”, comiendo sólo lo que le gusta, o si es un niño con dificultades a la hora de comer ciertos tipos de alimentos, y por ello selectivo con ellos. Los “malos comedores” suelen crecer y con un poco de ayuda, dejan atrás estas dificultades, sin embargo, los niños selectivos requieren un tratamiento con especialistas en el tema para ayudarles a superar estas dificultades.
En ambos casos es importante educar a los niños sobre la alimentación y el impacto que puede tener en su cuerpo. En los casos de comedores selectivos suele funcionar muy bien un tratamiento con sesiones prácticas, donde se les acompaña probando nuevos alimentos en diferentes espacios. En estas sesiones también participa la familia, ya que es importante que conozcan y apoyen el tratamiento para continuarlo en casa. Habilidades para manejar el estrés y la ansiedad que provoca el probar nuevos alimentos también tiene que ser gestionada y orientada para ir superándolo con éxito.

Gracias por tu pregunta. Las rabietas infantiles son naturales en los niños, aunque eso no quiere decir que los adultos sepamos gestionarlas y aceptarlas. Es importante recordar que el niño no tiene la madurez ni el razonamiento de un adulto, algo que comúnmente olvidamos a la hora de resolver una rabieta. En esos momentos el niño no quiere dialogar, argumentar, ni calmarse, eso lo queremos los adultos! Durante estas rabietas, recomiendo acompañar al niño, con esto quiero decir que respetemos su momento, sus emociones y sus tiempos, al mismo tiempo que le recordamos que lo queremos. Es importante que el niño sepa que el amor hacia él es incondicional a pesar de la rabieta, ya que lo que más recordará en ese momento es la contención y seguridad que le proporcionamos.
Si se pierde la calma, algo que nos ocurre a todos los padres en algún momento, gritando, amenazando o cediendo, seguramente estemos empeorando la situación e incluso fomentando que vuelva a ocurrir en futuras ocasiones. Intenta contar hasta 10 antes de reaccionar, evalúa la situación actual y valora las necesidades que hay detrás de la rabieta (hambre, sueño, estrés, emociones varias, etc.) así podrás decidir cuál será tu próximo paso sin ponerte a su nivel.